Son fundamentales para que la piel ‘respire’ y por ello, es nuestra responsabilidad mantenerlos limpios y libres de cualquier obstrucción.
Los poros son el contacto de la piel con el exterior. Lubrican la piel y a través de ellos, se eliminan sustancias y toxinas, pero también ingresan tanto nutrientes como contaminantes de fuera.
Son esenciales para regular la temperatura corporal. Las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas y los folículos capilares finalizan en poros.
¿Por qué se tapan?
El que un poro esté más grande o más pequeño, aumenta su posibilidad de acumular suciedad y por ende, de taparse.
Su tamaño depende de la edad o el sexo (los hombres tienden a tener poros más abiertos), pero también tiene que ver si el cutis es graso o seco.
También pueden saturarse más por ciertos medicamentos, por fumar, por deshidratación de la piel o por estrés.
Mal aspecto
Los poros obstruidos dan lugar a puntos negros y estos, a un aspecto envejecido de la piel. Incluso son la antesala para los barros grandes o en un caso grave, una gran burbuja que contenga una infección que probablemente deje una cicatriz después de su intervención.
¿Qué hacer?
Lo fundamental es mantener una limpieza profunda y constante. Además es necesario evitar productos comedogénicos que los ‘llenen’ y bloqueen, es decir, que no se absorban o que contengan mucho componente oleoso.
Como mujer, jamás olvides desmaquillarte o maquillarte con instrumentos sucios. Asimismo, evita tocarte la cara y procura exfoliarte una vez a la semana, aplicar tónicos, lociones y mascarillas astringentes.


